En el funeral de mi padre, mi marido se inclinó hacia mí y murmuró: “Aquí no haces falta.” Solo sonreí.

—¿Qué más te dejó ese viejo? —soltó entre dientes.

Me acerqué hasta quedar a un paso de él.

—Mucho más de lo que imaginas. Y también me dejó instrucciones. Sobre ti.

El silencio cayó pesado.

Tomás intentó recuperar la compostura.

—Alex… hablas como si yo fuera tu enemigo. Yo solo quiero ayudarte.

—Mi padre dejó pruebas —interrumpí— de todas tus deudas ocultas, de las compañías que abriste a mi nombre sin decirme, de tus alianzas con gente que no quiero cerca de mi vida.

Él se tensó.

—No sabes lo que dices.

—Sé exactamente lo que digo.

Gabriel Knox entró en ese momento. Tomás dio un paso atrás al verlo.

—Señora Hall —dijo Gabriel—, su padre también dejó grabaciones. Quiere que las escuche antes de decidir su siguiente movimiento.

Tomás buscó mi mirada, desesperado.

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