En el aniversario de bodas de oro, el esposo declaró: «No te he amado en estos 50 años». Pero la respuesta de la esposa hizo llorar incluso a los camareros…

Cuando Mijaíl dijo:

“No te he amado en estos 50 años…”

—la sala se congeló.

Valentina bajó lentamente su copa. Su rostro no mostraba nada — ni dolor, ni ira. Solo un silencio frío y cansado.

“Amé a otra mujer”, continuó. “Desde que teníamos veinte años… La conocí antes que a ti. Planeábamos casarnos. Pero mis padres insistieron en que eligiera a una ‘práctica’. Y tú… tú solo eras eso”.

Algunos invitados comenzaron a susurrar entre ellos. Algunos ya se levantaban de la mesa — incómodos, asustados. Alguien sacó el teléfono para grabar lo que estaba sucediendo. Algunos simplemente se quedaron sentados, atónitos.

“Mijaíl”, intervino el hijo mayor, “¿por qué dices esto ahora?”

Pero el padre solo negó con la cabeza, cansado.

“Porque estoy cansado de vivir una mentira. Viví toda mi vida con una mujer a la que respetaba, pero no amaba. Y al final de la vida, quiero decir — me equivoqué”.

Valentina no gritó. No lloró. Simplemente se levantó de la mesa, se acercó lentamente a él y dijo:

“Gracias. Por tu honestidad. Aunque tardía”.

Se quitó el anillo de bodas, lo colocó cuidadosamente junto a la copa.

“Y ahora puedes ser libre. Tarde, pero — libre”.

Más tarde.

Los invitados se habían ido. El salón estaba vacío. Solo quedaban rastros de la celebración — servilletas arrugadas, comida sobrante, sillas volcadas.

Valentina se sentó en el balcón, envuelta en una manta, con una taza de té frío en las manos.

Su nieta se acercó.

“Abuela, ¿tú… lo amabas?”

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