Luego escuchó un ruido extraño. Motores, muchos motores. Se asomó y quedó paralizada. Su pequeña calle residencial en Alcorcón estaba invadida de automóviles, no automóviles cualquiera. Bentley, Rolls-Royce, Tesla de lujo, Mercedes, clase S, incluso algunas limusinas, los contó mientras su corazón latía cada vez más fuerte. 10, 20, 50, 100. Seguían llegando. 135 automóviles, contó finalmente Carmen que había salido incrédula. 135 vehículos de lujo aparcados en una calle de Alcorcón, donde la mayoría de la gente conducía Seat y Renault de 10 años.
Los vecinos habían salido de las casas mirando la escena como si hubieran aterrizado extraterrestres. Luego de los automóviles comenzaron a bajar personas, chóeres uniformados abriendo maleteros, asistentes con carpetas. ¿Te está gustando esta historia? Deja un like y suscríbete al canal. Ahora continuamos con el vídeo. Hombres y mujeres con trajes elegantes. Lucía salió de casa temblando, envuelta en un albornóz completamente confundida. Un hombre con traje gris se acercó con una sonrisa profesional. Los 15 millonarios que había ayudado la noche de la tormenta habían decidido unánimente demostrarle su gratitud.
Cada uno había enviado un equipo con regalos, donaciones y oportunidades. Los 135 automóviles representaban los equipos de los 15 hombres más sus diversos asistentes y proveedores de servicios. Lucía sintió que las piernas cedían. Carmen tuvo que sostenerla. En los minutos siguientes, el escenario se volvió aún más surrealista. Los asistentes comenzaron a descargar de los vehículos cajas de todas las dimensiones, sobres elegantes, incluso muebles. El jardín frente a la casa de Lucía se transformó en una especie de mercado del lujo.
Alejandro Ruiz en persona bajó de un Rolls-Royce negro. A 72 años, con su abrigo de cachemira y su presencia imponente, parecía fuera de lugar en aquella calle de clase trabajadora, pero su sonrisa era genuina cuando vio a Lucía. Dijo que la noche en el restaurante había sido una de las experiencias más significativas de su vida. Él y los otros habían hablado durante horas después de ser rescatados. Habían decidido que querían hacer algo, no para expiar culpas o para sentirse mejor.
sino porque esa mujer merecía saber que su bondad había tenido un impacto. Lucía lloraba ahora abrumada. Intentó decir que no era necesario, que solo había hecho lo que cualquiera habría hecho, pero Alejandro negó con la cabeza. No, no cualquiera. La mayoría los habría tratado diferente, los habría adulado o habría intentado obtener algo. Ella simplemente los había tratado como seres humanos. Uno por uno, los representantes de los 15 millonarios se presentaron a Lucía, cada uno con un regalo pensado específicamente para ella.