Lucía Martínez trabajaba allí desde hacía 3 años, desde que había dejado la universidad por falta de dinero y necesidad de ayudar a su madre viuda. Aquella tarde de enero a las 8 de la noche, Lucía estaba limpiando las mesas, preparándose para cerrar. El tiempo había anunciado nieve, pero nadie esperaba lo que estaba por llegar. En el transcurso de una hora, lo que debía ser una nevada normal se transformó en una tormenta apocalíptica. La nieve caía tan espesa que no se veía a 3 m de distancia.
El viento ahullaba como un animal herido. La temperatura había caído a -20 gr. Y en la carretera de la Coruña, cientos de vehículos quedaron bloqueados, atrapados entre montones de nieve que crecían minuto a minuto. Lucía miraba por el ventanal del restaurante preocupada. Su madre Carmen, de 60 años, estaba sola en casa en Alcorcón. Había intentado llamarla, pero las líneas estaban saturadas. La radio transmitía boletines cada vez más alarmantes, estado de emergencia declarado, todas las carreteras cerradas, gente atrapada en los coches.

Fue entonces cuando empezaron a llegar, primero uno, luego dos, luego 10, luego 15. Hombres con trajes de 10,000 € algunos con abrigos de cachemira, otros temblando en el frío, porque sus limusinas se habían quedado sin combustible y calefacción. Entraron en el pequeño restaurante como náufragos que encuentran una isla después de días en el mar. Lucía los miró por un momento sorprendida. Reconoció algunos rostros de las portadas del país y expansión. Alejandro Ruiz, el legendario empresario que había transformado 5000 € en 3000 millones.