Ante esta actuación vil, Lauren se rió. “¡James, vete a casa!” Cerró de golpe la puerta de su apartamento, dejándolo arrodillado en el pasillo. Al día siguiente, regresó.
Si ella no abría la puerta, él tocaba el timbre sin parar. Al darse cuenta de que no estaba, se sentaba en las escaleras a esperar. James estaba solo, sin nadie a quien recurrir, pues su fiel amigo Steve había desaparecido.
Sin padres ni cónyuge, James no sabía a quién preguntar sobre el paradero de Steve. Fue a la comisaría varias veces, pero nadie le dijo nada. En realidad, Steve estaba siendo investigado.
Emily y Ethan lo denunciaron por extorsión y soborno ante la Oficina de Asuntos Internos. Una operación encubierta pilló a Steve con las manos en la masa. “¿Conseguiste el dinero?”, preguntó Steve, acercándose a Emily en el parque una semana después.
“¿Te refieres al medio millón que exiges por el video del accidente donde James Johnson tiene la culpa?”, aclaró Emily. “Sí”, asintió Steve.
Sus ojos brillaron de codicia. Se arrepintió de haber pedido tan poco, al ver que Emily estaba dispuesta a pagar más. En ese instante, Steve perdió la razón.
Solo pensaba en el dinero. “¿No crees que es una prueba clave?” Emily no pudo contenerse y miró al amigo de su marido con desdén.
“¿Qué?” Steve quedó desprevenido. “Traje el dinero”, dijo Emily rápidamente para evitar que saliera corriendo. “¿Dónde está el video?” “Aquí mismo, en esta memoria USB”, se la entregó Steve.
“Aquí está tu pago por la evidencia que debiste haber entregado a la investigación”, dijo Emily, entregándole una bolsa de billetes falsos.
Revolvió la bolsa, ajeno a sus palabras. Minutos después, agentes de Asuntos Internos se presentaron ante él.
Tras hablar con los investigadores, el expolicía confesó todo, incluyendo haber falsificado el informe del accidente para favorecer a James. Naturalmente, James desconocía el arresto de Steve. Incluso pensó que su amigo lo había abandonado y huido de la ciudad.