La sexualidad es un aspecto profundamente personal y en constante evolución de la vida de cada individuo. Para algunos, la atracción romántica y sexual puede mantenerse estable a lo largo de los años, mientras que para otros esa atracción cambia con el tiempo de manera inesperada. Ese fue el caso de la escritora Emma Flint, quien tras más de 30 años de dudas y autodescubrimiento, logró ponerle nombre a su experiencia: se reconoció como abrosexual.
Flint, una autora y periodista freelance de Inglaterra, relató en un artículo personal cómo su percepción de sí misma atravesó distintas etapas. Durante un tiempo estaba convencida de que era lesbiana, en otro período sentía atracción por los hombres, después atravesaba lapsos en los que no experimentaba interés por nadie, y luego volvía a experimentar deseos que parecían contradecir lo que había sentido antes. Esta serie de giros constantes la hacía sentir “perdida” e incluso una “impostora” frente a su círculo cercano.
La clave de su búsqueda apareció cuando, navegando en foros en línea, se encontró con el término abrosexual. Allí descubrió que no era la única en experimentar una atracción fluctuante, que puede variar de un género a otro, o incluso desaparecer y reaparecer con el paso de los días, semanas o meses. “Por primera vez me sentí vista”, escribió.