La abrosexualidad es una identidad dentro del espectro LGBTQ+ que se caracteriza por esa fluidez particular. A diferencia de otras etiquetas que señalan de manera más directa la orientación hacia un género específico, este término pone el foco en el cambio constante de la atracción. Según portales especializados en salud y bienestar, una persona abrosexual puede pasar de sentirse atraída por un género, a experimentar deseo hacia varios, o incluso a no sentir interés sexual durante un período de tiempo.
La historia de Emma es un reflejo de cómo el lenguaje y la representación pueden ayudar a comprenderse a uno mismo. Para ella, encontrar esta palabra fue un alivio que le permitió dejar atrás años de incertidumbre. Sin embargo, también admitió que no siempre recibe comprensión. “Aun después de explicarlo, hay quienes insisten en que debo ‘elegir un bando’, como si mi identidad dependiera de encajar en sus categorías”, señaló.
Un aspecto relevante de la abrosexualidad es que no sigue un patrón rígido. Puede manifestarse de distintas maneras: desde cambios diarios en los que una persona un día se siente atraída por hombres y al día siguiente por mujeres, hasta transformaciones más graduales en las que la atracción se redefine a lo largo de semanas o meses. También pueden presentarse períodos en los que la atracción disminuye casi por completo, para luego regresar con una intensidad distinta.
La propia Emma resume su experiencia en una frase que refleja su manera de ver las relaciones: “Amo a la persona, más que a su género. Mi sexualidad puede fluctuar, pero eso no cambia lo que siento por quien está a mi lado”. Con estas palabras, invita a repensar la idea de que la identidad sexual debe ser fija o definitiva.
Su testimonio subraya que el autoconocimiento es un proceso en constante movimiento. Así como otros aspectos de la vida evolucionan con la edad, la sexualidad también puede hacerlo. “Todos aprendemos cosas nuevas sobre nosotros mismos, esa es la esencia de crecer”, reflexiona la escritora, quien espera que la abrosexualidad sea reconocida y respetada como una identidad más dentro de la diversidad humana.
La historia de Emma Flint es, en definitiva, un recordatorio de que cada vivencia es única y que el simple hecho de tener un término para describir lo que sentimos puede transformar la forma en que nos percibimos. Para muchas personas, encontrar esa palabra es el primer paso hacia la aceptación personal y hacia un camino más libre de prejuicios.