1. La Mesa 12 y el Gas de la Muerte
El aire de La Flor Dorada. Olía a vino blanco, a pan recién horneado y, cada viernes a las 8:30, olía a miedo.
Clara Mendoza sintió el nudo en el estómago. Mesa 12. Doña Beatriz Llorente había entrado envuelta en un vestido color borgoña. Impecable. Gélida. Su esposo, Ricardo, era solo una sombra tras ella.
“Buenas noches, doña Beatriz. Don Ricardo. Es un placer atenderles de nuevo.”
“Lo dudo,” respondió ella con una suavidad cortante, sin levantar la mirada.
Los primeros minutos fueron un ballet de tensión. Clara servía el vino con la precisión que solo el terror silencioso enseña. Estuvo a punto de creer que la noche pasaría tranquila. Un error.
Beatriz alzó la mano. Un gesto regio. Una sentencia.
“Quiero el gazpacho. El de siempre. Bien frío.”