El perro que reconoció…

El agente finalmente agarró a la perra por el collar. No mordió ni atacó; simplemente gruñó, como en señal de advertencia.

El subdirector, que estaba cerca, preguntó en voz baja:

«¿Quizás el olor a perfume?»

Pero el policía negó con la cabeza:

«No. Reacciona al olor a sangre. O…»

No terminó la frase.

Más tarde, cuando el ruido se calmó, el agente se acercó a María. La niña estaba de pie, con la mirada baja, aferrada a un cuaderno contra su pecho.

«Niña, ¿estás bien?»

Ella asintió.

«¿Quizás te has arañado?»

«No», susurró apenas audiblemente.

Pero Rex gruñó de nuevo, mirándola fijamente, y entonces el oficial dijo algo extraño:

«Solo reacciona a una cosa: a las mentiras».

Parte II. Después de la lección

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