EL NOVIO GOLPEÓ A LA NOVIA DELANTE DE TODOS LOS INVITADOS, PERO LO QUE PASÓ DESPUÉS TE SORPRENDERÁ

El novio golpeó a la novia delante de todos los invitados, pero lo que pasó después te sorprenderá.

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La mañana se alzaba radiante sobre los colores de Florencia, pintando el cielo con tonos de promesa. Dentro de la habitación, Valeria se observaba en el espejo, sintiendo que flotaba en la nube de un sueño a punto de hacerse realidad.

La imagen que le devolvía el cristal era la de una mujer enamorada, con una sonrisa que mezclaba nerviosismo y una felicidad desbordante.

Hoy era el día. Su estilista, con gestos precisos y delicados, ajustaba los últimos detalles del velo sobre su cabello. Cada pliegue de la tela parecía susurrar historias de amor eterno. El vestido, una obra de arte bordada a mano con encajes finos, caía con una gracia celestial.

La habitación entera, adornada con flores frescas, olía a un cuento de hadas.

Todo será absolutamente perfecto, pensó, aferrándose a esa idea con todas sus fuerzas. Su corazón latía al ritmo de un futuro que imaginaba lleno de luz y compañía.

En ese instante, su mejor amiga Mariela irrumpió con la energía que la caracterizaba, sosteniendo dos copas de champaña burbujeante que brillaban como estrellas líquidas.

— Amiga, este es tu momento, tu día —exclamó Mariela, entregándole una de las copas con una sonrisa cómplice—. No permitas que absolutamente nada ni nadie te lo quite. Brindo por ti, por tu felicidad.

Las manos de Valeria, que temblaban ligeramente, encontraron calma al sostener el cristal frío y escuchar la voz de su amiga. Sin embargo, la atmósfera de paz se fracturó en un instante.

La puerta se abrió sin previo aviso, revelando la figura imponente de Karina, la madre de Reinaldo. Entró con la seguridad de quien posee el lugar, vestida con un traje de diseñador que parecía competir directamente con el de la propia novia, una declaración silenciosa y hostil.

Su mirada afilada y crítica recorrió a Valeria de pies a cabeza, deteniéndose en cada detalle del vestido con un desdén mal disimulado. Una sonrisa falsa, cargada de un veneno sutil, se dibujó en sus labios.

— Vaya, Valeria, ¿ese es el vestido que finalmente escogiste? —comentó con una dulzura fingida que helaba la sangre en las venas—. Supuse que te inclinarías por algo un poco más adecuado para la importancia de esta ocasión.

Continuó, dejando que las palabras quedaran suspendidas en el aire. Cada sílaba fue un golpe invisible, una bofetada de desprecio que amenazaba con derrumbar el castillo de naipes de su felicidad.

Valeria sintió el impacto, pero se obligó a respirar hondo. Había aprendido a navegar las turbulentas aguas de las microagresiones de Karina desde que su relación con Reinaldo comenzó. Pero nunca, ni en sus peores pesadillas, imaginó que tendría que soportar aquel trato en el día de su boda.

Era una crueldad calculada, diseñada para herirla profundamente en su momento más vulnerable.

Mariela, siempre leal y protectora, dio un paso al frente, interponiéndose sutilmente entre ambas.

— Se ve absolutamente espectacular, ¿no es cierto Karina? —replicó con una sonrisa desafiante—. Es un diseño de alta costura, totalmente exclusivo. No se parece en nada a esos vestidos genéricos que se encuentran en cualquier boutique de la ciudad.

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