EL MULTIMILLONARIO LLEGÓ SIN AVISAR Y VIO A LA EMPLEADA DOMÉSTICA CON SUS TRILLIZOS—LO QUE VIO LO DEJÓ EN SHOCK

Sarah parpadeó.
—Son… panqueques de Mickey Mouse, señor. Y huevos.

—Perfecto.

La comida fue terriblemente silenciosa al principio. Los únicos sonidos eran el tintinear de los cubiertos y el zumbido del refrigerador. Ethan observaba a Sarah. Ella se movía con una gracia eficiente, pero tierna. No solo servía la comida; interactuaba con ella. Cortaba los panqueques de Mason en triángulos porque, aparentemente, Mason solo comía triángulos. Ponía más jarabe en los de Liam porque le encantaba lo dulce. Se aseguraba de que los huevos de Noah no tocaran sus panqueques porque él odiaba que su comida se mezclara.

Ella los conocía. Conocía el mapa de sus manías y necesidades. Ethan sintió una punzada de celos tan aguda que le quemó, seguida inmediatamente de vergüenza.

—Así que… —dijo Ethan, rompiendo el silencio. Los niños dieron un pequeño salto—. Escuché que les gusta el espacio. Sus pijamas.

Liam miró a Sarah. Ella le dio un leve asentimiento de ánimo.

—Sí —dijo Liam en voz baja—. Queremos ir a Marte.

—Marte —Ethan asintió con seriedad—. Es un viaje largo. ¿Por qué Marte?

—Porque —intervino Noah, encontrando valor—, mamá está en las estrellas. Marte está más cerca de las estrellas.

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