El Fantasma y la Oficial

Ella intentó recomponerse, pero yo vi el temblor en sus dedos.

—¿Cómo sabe ese nombre? —me interrogó.

Respiré hondo.

—Porque es tuyo. Porque naciste con una marca en forma de luna debajo de la oreja izquierda. Porque cuando tenías dos años, te la besaba cada noche para que durmieras tranquila.

Su rostro palideció. Instintivamente, llevó la mano a su cuello, como si protegiera ese secreto íntimo.

—No… no puede ser.

—Soy tu padre, Fernanda.

Capítulo 5: La negación

Se levantó de golpe, empujando la silla hacia atrás.

—¡Basta! Usted está delirando. Mi padre murió cuando yo era niña. Eso me dijo mi madre.

Sentí que el suelo se abría bajo mis pies.

—Tu madre te mintió. Me arrancó de tu vida. Yo nunca dejé de buscarte.

Ella negó con la cabeza, los ojos húmedos, como si quisiera borrar lo que estaba escuchando.

—No… no puede ser tan simple.

Capítulo 6: Los recuerdos olvidados

Me incliné hacia adelante, con las manos esposadas aún.

—¿Recuerdas un triciclo rojo? Te caíste en el patio y te abriste la ceja. Yo te cargué en mis brazos hasta el hospital. Te compré una paleta de fresa para que dejaras de llorar.

Sus labios se entreabrieron. Nadie más podía saber eso. Era un recuerdo demasiado pequeño, demasiado íntimo.

—¿Cómo… cómo lo sabe?

—Porque estuve ahí. Porque fui yo quien limpió tu sangre con mis manos.

Capítulo 7: La grieta en el muro

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