El Fantasma y la Oficial

Mientras me subía a la patrulla, miré de reojo su placa: “López”. Un apellido prestado, robado por aquel banquero que se llevó a mi hija junto con mi vida.

Treinta y un años buscándola, treinta y un años recorriendo ciudades, pagando investigadores, revisando cementerios y hospitales. Treinta y un años de cargar con la culpa de no haberla protegido.

Y ahora estaba aquí, esposado en el asiento trasero de su patrulla, mientras ella conducía sin sospechar que yo era el hombre que la había buscado hasta en los sueños.

Capítulo 3: El interrogatorio

En la estación me sentaron frente a un escritorio. La oficial López me observaba con la frialdad profesional que aprendió en la academia.

—Nombre completo.
—Roberto Méndez.

—Alias.
—Fantasma.

Un ligero parpadeo en sus ojos. Sabía que lo había escuchado en algún lugar. Tal vez en algún viejo expediente de familia.

—Edad.
—Sesenta y ocho.

Ella bajó la vista a los papeles, pero yo alcancé a ver cómo su mandíbula se tensaba.

—¿Algún familiar cercano al que debamos contactar? —preguntó.

Sentí un nudo en la garganta.

—Una hija… María Fernanda Méndez López.

La pluma se le cayó de la mano.

Capítulo 4: La marca de nacimiento

Leave a Comment