Semanas después, Adrián comenzó a sentirse atraído por la presencia de Mariel. Pero ella, por su parte, dejaba caer “pistas” intencionales: una canción antigua que solían escuchar juntos, un platillo que él solía prepararle a Marites en su cumpleaños, una línea de poesía que le susurraba antes.
Adrián no pudo quedarse callado. ¿Quién era realmente Mariel?
Mandó a investigar su pasado, y el resultado fue: Mariel Santos, originaria de Cebú, madre soltera de gemelas.
¿Gemelas? Sintió un escalofrío.
Un día, fue inesperadamente a casa de Mariel. Cuando la puerta se abrió, aparecieron dos niñas. Una lo miró y preguntó:
—“Tito, ¿por qué me parezco tanto a ti?”
Era como si le echaran un balde de agua fría a Adrián.
Mariel salió, tranquila:
—“Así es, viniste. Ya conoces a tus hijas.”
Adrián se puso pálido.
—“Tú… ¿eres Marites?”
Ella asintió.
—“No. Soy la madre de las niñas que obligaste a abortar. La mujer que abandonaste para estar con tu amante.”