La Semilla de la Verdad
Poco a poco, Evely comenzó a conversar con la joven. Siempre manteniendo su papel de limpiadora. Isabela hablaba con pasión sobre su madre. Sobre el sueño de abrir una fundación. Ayudar a mujeres inmigrantes.
Mientras tanto, Christopher seguía asistiendo a citas arregladas. Regresaba a casa con el mismo desánimo.
Hasta que un día, el destino cruzó sus caminos. Evely discretamente orquestó un encuentro entre él e Isabela. Sin revelar su verdadera identidad. El impacto fue inmediato. Christopher quedó intrigado. Por la sinceridad de la joven. Por el hecho de que ella parecía completamente ajena a su estatus. A su riqueza.
Isabela, por su parte, veía en él solo a un hombre amable. Sin saber que estaba frente al heredero de la empresa.
Lo que Evely no imaginaba es que el amor, una vez plantado, crece incluso fuera del control de quien lo sembró. Y a medida que veía a los dos acercarse, el miedo comenzó a mezclarse con la culpa. ¿Cuánto tiempo lograría esconder su verdadera identidad?
La escena del inicio, la multimillonaria arrodillada, revelada ante todos, era solo el precio final de su osadía. Pero en ese instante, con Isabela sosteniendo su mano y diciendo con voz firme:
—Usted no necesita explicarse, señora. La verdad nunca humilla a quien tiene buen corazón.
Evely percibió que quizás el plan más arriesgado de su vida había tenido éxito.