El abuelo cuida todos los días de su nieta de 10 años; un día, cuando ella fue a visitarlo, una vecina vio algo extraño, se asustó y llamó a la policía.

En un pequeño callejón a las afueras de Lucknow, todos conocían al señor Babulal —un anciano de 70 años, delgado, encorvado— que trabajaba arduamente cada día para cuidar de su nieta huérfana, Anaya, de apenas 10 años. El padre de Anaya trabajaba lejos, en Mumbai, y su madre había fallecido antes de que ella pudiera recordar su rostro. Su abuelo era su único apoyo.

Todo el vecindario sentía ternura al ver la dependencia mutua entre ellos. Cada mañana, él tomaba la mano de Anaya y la acompañaba hasta el final del callejón para que tomara un auto-rickshaw hacia la escuela; al mediodía, se esforzaba en preparar dal y roti y luego la ayudaba con la tarea. El amor del abuelo por su nieta era evidente para todos.

Sin embargo, una calurosa tarde de principios de otoño, la vecina señora Lata fue a visitarlos y quedó impactada por una escena que la hizo estremecer.

La puerta de la casa de Babulal estaba entreabierta. Estaba a punto de entrar para llamarlo, cuando lo escuchó murmurar con voz temblorosa:
—“Anaya, no duermas… despierta, no asustes a tu abuelo…”

A través de la rendija de la puerta vio cómo abrazaba fuertemente a su nieta, temblando, llamándola una y otra vez, mientras la niña yacía en silencio, con el rostro pálido. La señora Lata se quedó helada, su corazón latía con fuerza. Pensamientos terribles cruzaron su mente: un anciano solo en casa con su nieta, y ahora ella estaba inconsciente en sus brazos… ¡qué escena tan extraña!

Sin pensarlo demasiado, marcó el 112 con manos temblorosas para informar de “signos de peligro” en la casa del vecino, y pidió que acudieran una patrulla y una ambulancia del 108.

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