Durante la CENA Mi HIJA Dijo “MI MAMÁ HUELE a PIS!” Me Levanté y la CORRÍ de la CASA!…

El abogado. “¿Para qué necesitas un abogado?” “Para actualizar algunos documentos.” Respondí vagamente. “Cosas de mi edad. asintió distraídamente. Ya había vuelto su atención a la computadora. No le interesaba realmente lo que yo fuera a hacer. Nunca le había interesado. Pero hoy su falta de curiosidad trabajaba a mi favor. El despacho del licenciado Enrique estaba en el centro de la ciudad, en un edificio antiguo, pero bien conservado. Lo conocía desde hacía más de 15 años. Había sido él quien me ayudó con los trámites de la casa y con algunos asuntos legales menores a lo largo de los años.

Era un hombre serio, profesional, pero también comprensivo. Cuando le expliqué mi situación, su expresión se volvió grave. “Señora Esperanza”, me dijo después de escuchar toda la historia. Lo que me está contando es muy preocupante. Su familia está abusando económicamente de usted y, por lo que veo, también psicológicamente. Sus palabras me confirmaron lo que ya sabía en mi corazón. No estaba loca, no estaba exagerando. Lo que me estaba pasando era real, tenía nombre y tenía soluciones legales. Quiero protegerme, le dije con firmeza.

Quiero asegurarme de que mi patrimonio esté seguro, sin importar lo que pase con mi familia. El licenciado Enrique me explicó varias opciones. Podíamos crear un testamento nuevo donde yo especificara exactamente cómo quería que se distribuyeran mis bienes. Podíamos establecer un fideicomiso que protegiera mis propiedades. Podíamos redactar documentos que declararan mi plena capacidad mental para tomar decisiones sobre mi patrimonio. También me dijo con cuidado. Debemos considerar la posibilidad de que su familia trate de declararla incompetente mentalmente para tomar el control de sus bienes.

Desafortunadamente, es una táctica común cuando los adultos mayores deciden proteger su patrimonio. Esa posibilidad me asustó, pero también me motivó a actuar más rápido. Decidimos redactar inmediatamente un documento legal donde yo declaraba mi plena capacidad mental y mi derecho a disponer de mis bienes como considerara conveniente. También actualizamos mi testamento completamente. ¿A quién quiere dejar su herencia?, me preguntó el licenciado. Esa era la pregunta que había estado evitando enfrentar. Durante años había asumido automáticamente que todo sería para Carmen y los niños.

Pero después de las humillaciones recientes, después de descubrir sus verdaderos sentimientos hacia mí, ya no estaba segura. Necesito tiempo para pensarlo. Le dije, “Por ahora quiero que el testamento anterior quede cancelado. Haré uno nuevo cuando haya tomado mi decisión final. ” El licenciado asintió comprensivo. “Mientras tanto, sus bienes estarán protegidos. Nadie podrá tomar decisiones sobre su patrimonio excepto usted. Salí del despacho sintiendo como si hubiera bajado una carga enorme de mis hombros. Por primera vez en décadas yo tenía el control absoluto sobre mi vida y mi dinero.

Ya no era la mujer que daba todo sin cuestionar, que se sacrificaba sin límites, que aceptaba humillaciones por amor. Mi siguiente parada fue una agencia inmobiliaria que había encontrado en internet. Quería ver apartamentos para rentar, lugares donde pudiera empezar mi nueva vida lejos de la familia que me veía como una carga. La agente, una mujer joven llamada Patricia, me mostró varias opciones. El primer apartamento era demasiado pequeño, el segundo estaba en una zona que no me gustó, pero el tercero fue perfecto.

Era un departamento de dos recámaras en un edificio tranquilo, habitado principalmente por personas de mi edad. Tenía una cocina funcional, una sala cómoda y desde la ventana se veía un parque donde había bancas y árboles. Es perfecto. Le dije a Patricia. ¿Cuándo podría mudarme? Si me da el depósito hoy, podría entregarle las llaves mañana mismo, me respondió con una sonrisa. Sin dudarlo, saqué mi chequera y le hice el pago. Dos meses de depósito más el primer mes de renta.

Era una cantidad considerable, pero tenía los recursos. Por primera vez en años gastaba mi dinero en algo para mí, solo para mí. ¿Necesita ayuda con los muebles?, me preguntó Patricia. Sí, le respondí. Voy a empezar completamente de nuevo. Me dio el nombre de una tienda donde vendían muebles económicos, pero de buena calidad. Pasé el resto de la tarde eligiendo lo esencial. Una cama matrimonial, un ropero sencillo, una mesa con dos sillas, un refrigerador pequeño, una estufa básica.

Leave a Comment