Dos niños sin hogar se acercaron a la mesa del millonario: “Señora, ¿podemos tomar un poco de sus sobras?” El millonario levantó la mirada y se quedó sorprendido al ver a los dos niños…-kt

Las lágrimas le escocían los ojos. —¿Cómo era tu mamá?

—Tenía el pelo castaño —dijo Eli—. Y una voz suave. —Levantó la vista—. Parecida a la tuya.

Margaret estuvo a punto de desmayarse.

Cuando terminó la cena, llamó a su chofer. —Nos vamos a casa.

Los niños protestaron: —¡No podemos! ¡El refugio cierra a las nueve! —pero ella insistió.

En su mansión con vistas al lago Washington, se quedaron paralizados, sobrecogidos. Suelos de mármol, lámparas de araña de cristal, aroma a lavanda y dinero por doquier.

—¿Vives aquí? —susurró Eli.

—Sí —dijo ella en voz baja—. Y pronto tú también.

Pero primero, Margaret tenía que estar segura. Encargó una prueba de ADN a la mañana siguiente. Mientras esperaba los resultados, fue al refugio para averiguar qué había pasado tras la muerte de su padre.

La directora del refugio, la señora Klein, le entregó un sobre viejo. —Tu marido dejó esto. No sabíamos dónde enviarlo.

Dentro había una carta: la letra temblorosa de su exmarido.

Leave a Comment