Dos niños sin hogar se acercaron a la mesa del millonario: “Señora, ¿podemos tomar un poco de sus sobras?” El millonario levantó la mirada y se quedó sorprendido al ver a los dos niños…-kt

No podía ser.

Pero el relicario que llevaba el niño al cuello —un colgante de medio corazón— coincidía con el que ella había guardado escondido en su joyero durante más de una década.

A Margaret se le cortó la respiración.

—Esperen —susurró, poniéndose de pie tan rápido que la silla se le cayó—. ¿Dónde está su padre?

Los chicos se miraron.

Entonces Noah dijo en voz baja: —Murió el invierno pasado, señora. Ahora vivimos en el albergue.

Parte 2

El mundo de Margaret se tambaleó. Las lámparas del restaurante se desdibujaron mientras los recuerdos la inundaban: la batalla por la custodia, la furia de su exmarido, su juramento de que jamás volvería a ver a sus hijos.

Y ahora, el destino los había traído hasta ella, mendigando sobras.

Le hizo una seña al camarero para que trajera comida, comida de verdad. Pero los niños dudaron.

—Está bien —dijo con dulzura—. Conmigo están a salvo.

Por primera vez, Noah sonrió, con cautela, cansado. —Hablas como mi mamá.

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