Los ácaros son organismos microscópicos pertenecientes a la familia de los arácnidos. Son omnipresentes en nuestro entorno y se pueden encontrar en diferentes lugares de nuestro hogar, incluyendo las camas.
Estos diminutos insectos se alimentan principalmente de escamas de piel humana, que se desprenden de nuestro cuerpo de forma natural. Además, se reproducen rápidamente en ambientes cálidos y húmedos, lo que hace que las camas sean un lugar ideal para su proliferación.
Aunque los ácaros en sí mismos no causan daño directo a los humanos, pueden ser responsables de desencadenar reacciones alérgicas en personas sensibles. Sus heces contienen una proteína que puede desencadenar síntomas como estornudos, picazón en los ojos, congestión nasal, tos y dificultad para respirar en individuos alérgicos. Además, la presencia de ácaros en la cama puede empeorar las condiciones de asma y otras enfermedades respiratorias.
Es importante tener en cuenta que los ácaros son prácticamente invisibles al ojo humano, lo que dificulta detectar su presencia a simple vista. Sin embargo, si tienes síntomas alérgicos persistentes, es probable que haya una alta concentración de ácaros en tu entorno, especialmente en la cama.
