Te equivocas, respondí. Sé exactamente con quién me estoy metiendo. Viví 7 años con él. Cuando los directores comenzaron a salir, Javier se acercó a mí. Bajó la voz para que solo yo pudiera escucharlo. Dime tu precio. Su tono era casi suplicante. Todos tienen uno. ¿Qué quieres para irte? Dinero. ¿Una casa? Puedo darte lo que sea. Lo miré a esos ojos que una vez creí sinceros. Quería dignidad cuando era tu esposa. Ahora quiero justicia. Me di la vuelta para marcharme, pero sus siguientes palabras me detuvieron.
Si sigues con esto, destruiré todo lo que amas. Recuerda que conozco tus debilidades. No respondí. Salí de la sala con paso firme, aunque por dentro temblaba. En el pasillo Camila me esperaba. Gracias”, le dije sinceramente. “Sé lo difícil que fue eso.” Ella asintió con lágrimas en los ojos. Tenía miedo, pero verte enfrentarlos me dio valor. “¿Qué harás ahora?”, pregunté. “Alejarme”, respondió. “Tengo familia en Monterrey. Empezaré de nuevo allá. Nos despedimos con un extraño entendimiento mutuo. Rivales convertidas en aliadas por las circunstancias.
Cuando llegué al estacionamiento, Rodrigo me alcanzó. Felicidades”, me dijo. “Pero esto apenas comienza. Javier tiene muchos aliados poderosos.” “Lo sé”, respondí mientras entraba a mi auto. “Por eso, necesito que seas mis ojos y oídos en la empresa mientras no estoy.” “¿A dónde vas?” “A presentar una denuncia formal”, respondí. “Es hora de que la justicia entre a Grupo castellanos”. Los meses siguientes pasaron como un torbellino. La denuncia formal contra Javier por fraude y delitos ambientales desató una tormenta mediática.
Heredera de Grupo Castellanos, denuncia corrupción interna, decían los titulares. De repente, mi cara aparecía en periódicos y noticieros, algo para lo que no estaba preparada. No mires los comentarios en redes”, me aconsejó Patricia mientras revisábamos documentos en mi nuevo despacho en Grupo Castellanos. Javier está usando sus contactos para desprestigiarte. Era cierto. Aparecían fuentes cercanas describiendo mi supuesta inestabilidad emocional, mi ambición desmedida, incluso inventando romances con ejecutivos de la empresa. La guerra sucia estaba en marcha. No me importa lo que digan de mí”, respondí, aunque en el fondo cada comentario dolía.
“Lo importante es salvar la empresa y el proyecto Laguna Azul. Habíamos logrado detener la construcción justo a tiempo. Los estudios ambientales independientes confirmaron nuestras sospechas. El proyecto original habría destruido irremediablemente el ecosistema. Ahora, con ayuda de Tomás y un equipo de arquitectos ecológicos, estábamos rediseñando completamente el concepto. El nuevo diseño preserva los humedales intactos, explicaba mientras mostraba los planos a inversionistas nerviosos. Los bungalows flotantes no impactarán el subsuelo y utilizarán energía solar. será el primer resort verdaderamente sustentable de México.