Seguramente te ha pasado más de una vez: te acuestas cansado, con la esperanza de dormir de corrido, pero alrededor de las 2 de la mañana abres los ojos sin poder evitarlo. La primera reacción suele ser culpar al vaso de agua que tomaste antes de dormir, pero la verdad es mucho más compleja.
El cuerpo humano funciona como un sistema delicado en el que influyen la gravedad, la temperatura y hasta tu posición al dormir. Entender estos factores puede marcar la diferencia entre noches interrumpidas y un sueño verdaderamente reparador.
