Mi nombre es Robert. Cinco meses después de la muerte de mi esposa, tomé la decisión de vender su coche.

Había estado allí, estacionado en la entrada desde el día en que murió, intacto. Pensé que ya era hora de dejarlo ir. Pero lo que se suponía sería un simple paso hacia adelante terminó convirtiéndose en algo que nunca hubiera esperado.

Mientras preparaba el coche para venderlo, encontré algo que me sacudió profundamente. Me hizo empezar a cuestionar todo lo que alguna vez creí que era verdad. Sobre ella.

Sobre nosotros. Sobre toda nuestra vida juntos. Después de la muerte de Nancy, todo en mi vida perdió su forma.

No sé cómo explicarlo de otra manera. Las cosas que solían importar dejaron de sentirse importantes. Los días comenzaron a mezclarse.