“CÚRAME Y TE DOY LA MITAD DE MI FORTUNA”, LE DIJO EL MILLONARIO DESESPERADO AL HIJO DE LA EMPLEADA… EL NIÑO PUSO SU MANITA EN SU PIERNA MUERTA, REZÓ Y LO QUE SUCEDIÓ DESPUÉS HIZO LLORAR A LOS MÉDICOS

Empezó a llorar. Un llanto ronco, feo, de esos que duelen en el pecho. Golpeaba sus piernas inútiles con los puños, maldiciendo a Dios, a la vida y a su suerte.

—¡Toma todo mi dinero! —gritó al cielo vacío—. ¡Llévatelo todo, pero déjame caminar!

De repente, una voz pequeña interrumpió su agonía.

—Tío… ¿por qué estás llorando?

Fernando se sobresaltó. Se limpió las lágrimas rápidamente y giró la silla con furia.

Detrás de un arbusto de rosas, había un niño. No tendría más de seis años. Llevaba unos tenis viejos y gastados, y una camiseta de fútbol que le quedaba grande.

Era Sergio. El hijo de Rosa, la señora que limpiaba los pisos y lavaba los baños. Vivían en el cuarto de servicio al fondo de la propiedad.

—¿Qué haces aquí? —gruñó Fernando—. Tienes prohibido estar en esta zona del jardín. ¡Vete!

Pero el niño no se movió. Se acercó despacio, con esa curiosidad inocente que no conoce el miedo ni las jerarquías sociales.

—Te escuché gritar —dijo Sergio, parándose frente a la silla—. ¿Te duelen las piernas?

Fernando soltó una risa amarga.

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