Pero sonrió con tristeza:
“Quería usar el tiempo que me queda para enmendarte el daño. Esta boda…” Tragó saliva con dificultad. “…solo fue una forma de obligarte a venir.
Tenía miedo de irme sin contarte todo esto… y que cargaras con este dolor para siempre”.
Sentí que algo dentro de mí se rompía. La boda fue una farsa.
Una puesta en escena… para ayudarme a sanar.
En sus últimos días, Alejandro seguía pensando en protegerme.
Lo abracé fuerte, sin importarme quién me viera.
“Gracias…”, balbuceé. “Gracias por seguir siendo mi hermano”.