Cuatro meses después del divorcio, mi exesposa me invitó a su boda. En cuanto vi la cara del novio, se me paró el corazón: la verdad era aún más amarga de lo que había imaginado…

Mariana le susurró algo al oído y ambos caminaron hacia mí.

Apreté los puños bajo la mesa.

“Felicidades…”, logré decir.

Alejandro levantó la mano, con la voz quebrada:

“Hermano… perdóname”.

Mariana respiró hondo:

“Santiago, lo estás malinterpretando todo. Ale y yo… no estamos juntos como crees”.

“Entonces, ¿qué es esto?”, logré preguntar.

Alejandro sacó un sobre grueso y lo puso frente a mí.

Lo abrí.

Eran pruebas médicas. El diagnóstico estaba escrito en letras que me quemaban:

“Carcinoma Avanzado – Etapa Terminal”.
Nombre del paciente: Alejandro Ruiz.

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