Mariana le susurró algo al oído y ambos caminaron hacia mí.
Apreté los puños bajo la mesa.
“Felicidades…”, logré decir.
Alejandro levantó la mano, con la voz quebrada:
“Hermano… perdóname”.
Mariana respiró hondo:
“Santiago, lo estás malinterpretando todo. Ale y yo… no estamos juntos como crees”.
“Entonces, ¿qué es esto?”, logré preguntar.
Alejandro sacó un sobre grueso y lo puso frente a mí.
Lo abrí.
Eran pruebas médicas. El diagnóstico estaba escrito en letras que me quemaban:
“Carcinoma Avanzado – Etapa Terminal”.
Nombre del paciente: Alejandro Ruiz.