Algo dentro de mí se estremeció.
Sin pensarlo, le dije:
> “Si quieres… cásate conmigo. No soy rico, pero puedo ofrecerte un hogar y tres comidas calientes al día.” »
Hannah me miró con incredulidad.
Los transeúntes nos miraban raro; algunos incluso se rieron.
Pero unos días después, dijo **sí**.
La llevé a casa, observada por los curiosos del vecindario.
Nuestra boda fue sencilla: unos pocos amigos, un pastor, dos mesas de comida.
Pero la noticia corrió rápidamente:
> “¿Ethan se casó con una mujer sin hogar? No durará.”
No me importaba.
Lo que importaba era la paz que sentía en mi interior.
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