amenazante Este terreno ya estaba prometido y nadie quiere una carga como tú y esos mocosos Elisa tragó saliva miró a Noah que sostenía el bebé con fuerza luego a Samuel que temblaba no de miedo sino de furia contenida “¿Qué hacemos?” preguntó Noah con voz apenas audible Elisa cerró los ojos un segundo Luego con la determinación que jamás pensó que tendría levantó la cabeza caminó hacia la puerta y la abrió Sí la abrió Los dos hombres sorprendidos se quedaron en silencio por un segundo Eran altos sucios con sombreros gastados y las botas llenas de barro Uno de ellos
llevaba un látigo enrollado en la cintura El otro un cuchillo corto colgado del cinturón ¿Tienes algún problema preguntó Elisa mirándolos directamente a los ojos Más de los que imaginas respondió el del cuchillo Esta tierra estaba en deuda Tú tu marido nos debía mucho y ahora tú y estos mocosos están ocupando algo que no les pertenece Elisa respiró hondo manteniéndose firme No nos iremos El otro hombre se adelantó un paso cruzando los brazos Mira mujer te lo vamos a decir solo una vez Tienes tres días Tres O te largas de aquí o te
sacamos arrastras Con todos esos mocosos llorando detrás añadió el otro con una sonrisa torcida Samuel dio un paso adelante apretando el palo con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos Inténtalo espetó con la rabia subiéndole por la garganta El hombre soltó una carcajada Mira al ratoncito ¿Quieres ser un león elisa extendió un brazo bloqueando a Samuel No Su voz fue firme casi cortante No les tenemos miedo Los hombres se miraron entre sí Uno escupió al suelo Entonces elijan bien mujer Tienes tres días sin decir más Se
dieron media vuelta patearon la cerca ya rota y se marcharon perdiéndose entre las sombras de la colina Elisa cerró la puerta con un golpe respirando agitadamente No temblaba no sabía si de miedo o de impotencia Samuel lanzó el palo al suelo con furia Malditos gritó “¿Quieren quitarnos todo?” Como siempre Elisa se agachó lo sostuvo por los hombros y lo obligó a mirarla Escúchame bien Samuel Su voz estaba cargada de fuerza Ellos no van a decidir qué pasa con nosotros No van a decidir si nos quedamos o nos
vamos Samuel respiraba agitado con los ojos llenos de rabia y lágrimas Y si vuelven Elisa apretó los dientes Entonces aquí es donde empezamos a pelear de verdad La habitación quedó en silencio Todos se miraban con miedo sí pero también con algo nuevo algo que no sabían poner en palabras algo que se parecía peligrosamente a la esperanza Y mientras el fuego de la chimenea chispeaba Elisa supo con absoluta certeza que no había marcha atrás No esta vez la mañana siguiente amaneció pesada con un cielo gris y un viento que
parecía anunciar tormenta Pero no era solo el clima Había algo en el aire una sensación densa como si el mundo entero contuviera la respiración antes de algo grande Elisa no había dormido casi nada Su cuerpo le pedía descanso pero su mente no se lo permitía Cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de esos dos hombres la amenaza clara en sus palabras el desprecio en sus miradas Mientras preparaba un poco de agua caliente con las últimas astillas que quedaban Noah se sentó a su lado sosteniendo al bebé que balbuceaba con inocencia ajeno al miedo que llenaba
la cabaña ¿Y ahora qué vamos a hacer preguntó Noah con la voz cargada de preocupación Elisa le miró y aunque su corazón temblaba su rostro se mantuvo firme No podemos esperar sentados Ellos no se van a rendir y nosotros tampoco Samuel que ya estaba despierto desde antes del amanecer se asomó por la ventana constantemente como un centinela No veo a nadie pero están ahí Lo sé Apretaba los dientes con rabia Siempre están Elisa respiró hondo Voy a ir al pueblo Sola preguntó Noag alarmado No tú vienes conmigo dijo mirándolo con
decisión Samuel se queda aquí con las niñas y el bebé Si pasa algo se atrincheran dentro de la casa No abren la puerta por nada Samuel asintió serio como un adulto No dejaré que nadie los toque Las gemelas se miraron con los ojos enormes pero no dijeron nada Lucy abrazó su manta con más fuerza y Benjamín aunque no entendía del todo lo que pasaba se pegó a una de sus hermanas en Mindobi “Silencio volvemos antes del mediodía” aseguró Elisa prometido tomó las semillas que Agnes le había dado y un par de mantas que aún tenían valor No tenían dinero
pero lo poco que poseían sería su moneda de cambio El camino al pueblo parecía más largo esa mañana Noa no decía nada solo caminaba con la mandíbula apretada y los puños cerrados Cada tanto miraba hacia los árboles como si esperara que de ellos saliera alguien dispuesto a hacerles daño Cuando llegaron notaron que algo no estaba bien Las miradas eran aún más frías que antes los susurros más venenosos “Mírala” murmuró alguien “Creen que pueden quedarse con esas tierras” susurró otro “No durarán mucho” agregó una voz al fondo “Pero no todos miraban igual Desde la entrada de la panadería la
señora Agnes los observaba con los brazos cruzados Su expresión era dura pero no por desprecio sino por preocupación Elisa se acercó a ella “Necesito tu ayuda” dijo sin rodeos Agnes asintió “Lo sé Ven conmigo.
” Caminaron hacia la pequeña casa de la anciana mientras Noah miraba hacia todos lados tenso Cuando entraron Agnes cerró la puerta y corrió el pestillo “Anoche me enteré” dijo sin siquiera preguntar “Ya lo sabíamos Tarde o temprano iba a pasar.” “¿Quiénes son?” preguntó Noha La mujer se sentó con dificultad respirando hondo antes de responder “Son los hermanos Graves.” Su voz sonaba amarga “Dueños de media tierra por aquí O eso creen Se aprovechan de los que no tienen nada Le prestaban dinero a tu padre a cambio de más de lo que cualquier hombre decente aceptaría Elisa apretó los puños y ahora creen que tienen derecho a quitarnos
todo Agnes asintió Exacto Y te voy a decir algo más Bajo la voz No eres la primera a la que intentan echar No hace tensó ¿Qué pasó con los demás la mujer bajó la mirada Algunos se fueron otros desaparecieron Elisa sintió que la piel se le erizaba No pienso irme Agnes la miró fijamente como si intentara evaluar cuánto de esa determinación era real Entonces escucha bien Hay alguien más que puede ayudarte No vive en el pueblo pero viene cada semana a la herrería Se llama Warren ¿Quién es preguntó Noah el hermano de tu
padre La voz de Agnes fue tan contundente que por un segundo todo quedó en silencio ¿Qué elisa se llevó la mano al pecho Noa tu padre tenía un hermano No quedó paralizado Papá nunca nunca nos habló de él Agnes asintió con tristeza No se hablaban desde hace años Discutieron por algo que nadie aquí recuerda ya Pero te diré una cosa Warren no es como esos miserables es diferente Elisa respiró hondo ¿Dónde lo encuentro debe llegar hoy o mañana Siempre pasa por la herrería al final del día Elisa asintió con la determinación creciendo
en su pecho como un fuego que ya nadie podría apagar Vamos a esperarlo Agnes se levantó con dificultad y fue hasta una a la cena Sacó un saco con un poco de harina un frasco con frijoles secos y algo de grasa “Llévense esto no es mucho pero es algo.
” Le tendió el saco a Noah “Yo no regresen a la cabaña por la carretera Tomen el sendero del bosque es más largo pero más seguro Elisa la abrazó Gracias No sé cómo Guarda tus gracias para cuando todo esto termine respondió la anciana Si es que termina Cuando salieron de la casa Noah caminaba en silencio Su expresión había cambiado Ya no era solo preocupación había algo más ¿Crees que ese tal Warren nos ayudará preguntó Elisa le apretó el hombro No lo sé pero no podemos rendirnos nunca Y mientras caminaban hacia la herrería la sombra de dos hombres observaba desde lejos Escondidos entre los árboles ellos
también esperaban Elisa y Noah esperaron casi dos horas junto a la herrería del pueblo El sonido metálico del martillo golpeando el yunque resonaba como un reloj que marcaba el paso del tiempo y de la incertidumbre La tensión en los hombros de Noah era evidente Caminaba de un lado a otro con la mandíbula apretada las manos sudorosas y los ojos clavados en cada caballo que cruzaba por el camino “¿Y si no viene?” preguntó tragando saliva “¿Vendrá?” respondió Elisa aunque en el fondo ella misma temía que no El sol comenzaba a bajar
cuando a lo lejos vieron una figura a caballo acercándose por el camino polvoriento No llevaba prisa Su postura era recta segura Vestía un abrigo de cuero desgastado botas altas sombrero negro y una expresión tan dura como la tierra que pisaba El herrero levantó la vista y al reconocerlo asintió con respeto Ahí está murmuró No tragó saliva Sus manos temblaban Ese es susurró sin terminar la frase El hombre desmontó con agilidad ató el caballo al poste y se giró hacia ellos Sus ojos de un gris penetrante los
