” Elisa asintió Lo sé pero no tenemos otra opción Caminaron casi una hora hasta llegar al pueblo El camino estaba rodeado de colinas áridas arbustos secos y árboles retorcidos que parecían susurrar secretos olvidados por el viento Cuando llegaron Samuel tensó los hombros Elisa pudo sentir como su pequeño cuerpo se endurecía como si se preparara para una pelea que aún no comenzaba El pueblo era pequeño pero lo suficientemente organizado Una calle principal con algunas tiendas una herrería una panadería que apenas soltaba un leve aroma a pan viejo y un almacén general con un cartel
descolorido Las miradas no tardaron en llegar Primero una mujer que barría la entrada de su tienda frunció el ceño al verlos Luego un hombre robusto de bigote espeso los observó desde la puerta de la herrería cruzando los brazos “Míralos” murmuró alguien no lo suficientemente bajo “La nueva,” respondió otro “la que vino del tren ¿qué pensará que va a encontrar aquí?” Samuel apretó los puños pero Elisa le sostuvo el brazo “No no respondas.
” Se acercaron a la tienda más grande detrás del mostrador un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos los recibió sin levantar la vista ¿Qué quieren elisa respiró hondo Vengo a ofrecer trabajo Limpiar cocer cocinar lavar lo que sea Solo necesitamos comida El hombre la miró de arriba a abajo Luego miró a Samuel y soltó una risa sarcástica trabajo Aquí nadie regala nada señora No estoy pidiendo caridad respondió manteniendo la calma Estoy ofreciendo mis manos El hombre hizo una pausa como si considerara la propuesta pero luego negó con la cabeza No hay trabajo para
usted aquí Samuel apretó los dientes Se lo dije murmuró lleno de rabia Elisa no se rindió Fue tienda por tienda tocó cada puerta habló con cada persona que encontró Algunos la ignoraron otros la miraron con desdén y uno que otro simplemente se dio la vuelta antes de que pudiera siquiera terminar su frase Cuando ya estaban a punto de rendirse una voz los detuvo “¿Eres la mujer que llegó del tren?” preguntó una señora mayor de cabello blanco recogido en un moño parada frente a la iglesia del pueblo Elisa asintió agotada Sí soy yo La mujer la miró unos
segundos en silencio como si tratara de leer algo en sus ojos Luego asintió Sígueme Sin entender del todo Elisa y Samuel la siguieron hasta una pequeña casa al borde del pueblo El jardín estaba descuidado pero era evidente que alguna vez había sido hermoso “Necesito ayuda” dijo la mujer abriendo la puerta “Mi espalda ya no me permite hacer muchas cosas Si limpias mi casa y ordenas el jardín puedo darte algo de comida y quizás algo más Los ojos de Elisa se llenaron de lágrimas pero las contuvo Gracias de verdad Gracias La
mujer asintió No me des las gracias todavía El trabajo será duro Samuel no dijo nada pero la tensión de su cuerpo empezó a relajarse Por primera vez desde que pusieron un pie en ese pueblo alguien no los había mirado como si fueran basura Y mientras empezaban a limpiar aquel jardín cubierto de maleza Elisa supo que quizás quizás aún había esperanza Elisa y Samuel trabajaron durante horas quitaron maleza barrieron hojas secas organizaron herramientas oxidadas que estaban esparcidas por el jardín y sacaron bolsas llenas de trapos viejos y
cosas inservibles del interior de aquella casa polvorienta La mujer que se llamaba señora Agnes no hablaba mucho Se movía lentamente apoyada en un bastón pero sus ojos seguían cada movimiento con una atención que parecía imposible para su edad Observaba evaluaba pero no juzgaba Cuando Elisa fregaba el suelo de madera del salón Agnes se acercó y tras unos segundos de silencio preguntó “¿Por qué te quedaste?” Elisa se detuvo apretó el trapo entre las manos y respiró hondo antes de responder porque no podía no
podía marcharme Cuando los vi esos niños entendí que el destino no me trajo aquí por un hombre me trajo por ellos Agnes la miró unos segundos más luego asintió como si aquello confirmara lo que ella ya sospechaba Haces bien” dijo simplemente antes de darse la vuelta Al caer la tarde la casa estaba irreconocible no perfecta pero sí más limpia ordenada y sobre todo viva Agnes les entregó un saco pequeño con pan un poco de arroz unas zanahorias torcidas y un frasco con miel No era mucho pero para ellos era un tesoro Cuando Elisa estaba por
despedirse Agnes la detuvo Ten Le extendió un pequeño fardo envuelto en tela Son semillas No te van a salvar hoy pero sí mañana Elisa las tomó con los ojos brillando “No sé cómo agradecerle” susurró apretando el paquete contra el pecho “No me agradezcas Solo prométeme que no te vas a rendir.
” La mujer la miró seria “Este lugar es más cruel de lo que parece.” Samuel que hasta entonces había permanecido en silencio preguntó con el seño fruncido “¿Por qué lo dice?” Agnes suspiró apoyándose con más fuerza en su bastón porque hay gente que no soporta ver a otros levantarse Sus ojos se endurecieron y créanme ya han empezado a mirarlos Elisa sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con el frío del atardecer Cuando comenzaron el camino de regreso el silencio entre ellos era denso lleno de pensamientos no dichos Samuel llevaba el saco con no la comida colgado del hombro y no dejaba de mirar
hacia atrás como si esperara que alguien lo siguiera ¿Crees que la gente del pueblo hará algo preguntó Samuel rompiendo finalmente el silencio Elisa respiró [Música] hondo No lo sé pero vamos a estar preparados Cuando llegaron a la cima de la colina y la cabaña apareció ante sus ojos algo dentro de ellos se encendió Las gemelas corrían hacia ellos con los brazos abiertos seguidas de Lucy que casi se tropezaba en su apuro por alcanzarlos Volvieron gritaron ¿trajeron comida preguntó Benjamín con los ojos
enormes Elisa dejó las semillas a salvo dentro de la casa y abrió el saco Los niños se amontonaron alrededor con la emoción dibujada en los rostros Noah tomó al bebé y lo acunó mientras sonreía por primera vez en días Hoy dijo Elisa mirando a cada uno de ellos esta casa vuelve a ser un hogar Las niñas empezaron a descargar Samuel repartía tarea sin que nadie se lo pidiera Lucy acariciaba las zanahorias como si fueran joyas Y Benjamín emocionado ya preguntaba cuándo comerían pan pero mientras la familia improvisada celebraba Noa que seguía junto a la
puerta frunció el ceño Algo se movía en la distancia una figura una sombra no lo suficientemente cerca para distinguirla pero tampoco lo suficientemente lejos como para ignorarla Elisa llamó con voz tensa Mira ella se acercó y juntos observaron la silueta de un hombre montado a caballo allá en la colina opuesta No se movía no se acercaba solo observaba ¿Quién es preguntó Samuel que también se acercó apretando los puños No lo sé” respondió Elisa con la voz más baja sintiendo como un escalofrío le recorría la espalda El hombre giró el caballo lentamente y desapareció entre los
árboles como si nunca hubiera estado allí Por unos segundos nadie dijo nada El viento movía las hojas secas El silencio se hizo tan denso que casi dolía Hasta que Noah con el rostro endurecido lo dijo en voz baja pero clara Nos están vigilando Y de pronto Elisa entendió algo Las semillas el pan y la miel eran apenas el primer paso porque lo que se avecinaba no era solo hambre era algo mucho más peligroso La noche cayó más rápido que de costumbre Un viento áspero y frío soplaba desde las colinas haciendo
crujir la madera vieja de la cabaña Elisa no podía apartar de su mente la imagen de aquella figura montada a caballo observándolos desde la distancia Noa Samuel y ella pasaron horas revisando cada rincón de la casa reforzando la puerta con lo poco que tenían un tablón viejo atravesado y algunos clavos torcidos Las ventanas fueron aseguradas con troncos y cajas apiladas No era mucho pero al menos daba la sensación de que no serían sorprendidos tan fácilmente El resto de los niños percibía el cambio en el ambiente Las gemelas ya no jugaban ni reían Lucy con
su manta abrazada al pecho no se separaba del bebé Benjamín preguntaba una y otra vez “¿Van a venir ¿nos van a llevar?” Elisa se agachaba lo abrazaba fuerte y le respondía siempre lo mismo “Nadie va a llevarte Ven.” Nadie Pero ni ella misma estaba segura de que eso fuera cierto Poco después de la medianoche un golpe seco rompió el silencio Pam La madera de la cerca se partió luego otro golpe y otro No se asomó por la rendija de la ventana Son dos susurró Dos hombres están están pateando la cerca revisando Samuel apretó los dientes su rostro endurecido
por la rabia “Sabía que esto iba a pasar” murmuró mientras buscaba el palo más grande que pudo encontrar Elisa respiró hondo Su corazón latía tan fuerte que sentía que iba a romperle el pecho Apretó los puños se acercó a la puerta y les hizo una seña a todos los niños para que se mantuvieran en silencio Afuera una voz ronca y burlona se escuchó clara como el metal “Sabemos que estás ahí mujer” dijo uno de ellos “Esto no es tuyo No tienes derecho a estar aquí Vuelve por donde viniste” añadió otro con un tono aún más
