“Cinco años después de abandonarme, me vio llegar a su boda con los hijos que nunca supo que existían”

Álvaro miró su móvil.
Luego levantó la vista.
Me miró a mí.
Después… a mis hijos.

Su rostro perdió todo el color.

El sacerdote preguntó:

—Álvaro, ¿aceptas a Tasha como tu legítima esposa?

Álvaro dio un paso atrás.

—Yo… yo no puedo —balbuceó.

El silencio fue absoluto.

Y entonces señaló con el dedo… a mis hijos.

—Ellos… ellos lo cambian todo.

¿Qué sabía Álvaro que nadie más sabía?
¿Y por qué esos tres niños acababan de destruir una boda perfecta?

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