Al enterarse de que su esposa estaba esperando una niña, la echó de casa, pero pagó una fortuna para que su amante diera a luz un niño en una clínica privada.

La Sra. Fontaine soltó una breve y amarga risa.

“Echaste a mi hija de casa solo porque estaba embarazada de una niña. La enviaste lejos de casa, solo para ahorrar unos euros. Y por esta mujer, gastaste miles. ¿Para qué? Para criar al hijo de otro.”

Guardó cuidadosamente los papeles en el sobre y se dirigió a la salida. Al llegar a la puerta, se dio la vuelta:

“Elise está muy bien.” Dio a luz a una niña preciosa y perfectamente sana. Y no te preocupes… ahora tiene padre. Ya no eres solo tú. A partir de hoy, mi hija y mi nieta no necesitan a un cobarde como tú.”

La puerta se cerró de golpe. Marc se desplomó en una silla, como aplastado.

En el pasillo, un bebé empezó a llorar; el mismo llanto que, tan solo unas horas antes, le había parecido un milagro.

Ahora, parecía una burla.

Unas semanas después, la clínica le informó que tenía que pagar la factura: más de 12.000 euros.
Chloé había desaparecido, dejándolo solo con todas las deudas.
El apartamento que le había comprado fue embargado.
Sus ahorros, desaparecidos.

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