A veces una frase corta puede ser suficiente.

—¿Te fuiste de la fiesta? —preguntó con una leve risa. —¿Estás harta de ser una princesa?

Se me quebró la voz.

—Lin… dijo… —Tragué saliva—. Mi suegro. Me dio dinero y me dijo que huyera.

La risa al otro lado de la línea se apagó al instante.

—¿Qué quieres decir con huir? ¿Estás segura de haber oído eso?

—Sí. Dijo: «Si quieres seguir viva, vete ahora mismo».

Un silencio denso y opresivo se instaló.

La oí exhalar.

Una vez.

Dos veces.

—Empaca tus cosas —dijo bruscamente—. Estaré allí.

—Lin, pero… ¿y si lo entendí mal? ¿Y si es una broma de mal gusto?

Leave a Comment