Etapa 1. La Maleta junto a la Puerta y la Declaración de Guerra
“¿Sveta?” Natalya sonrió tan fuerte que a Víctor le tembló un ojo. “Excelente. Estará allí para presenciar el final.”
Se estremeció.
“Natasha, no empieces”, dijo con cansancio. “Ya se lo prometí…”
“No harás más promesas aquí”, lo interrumpió. “Ya puedes desactivar el modo ‘buen tío de dormitorio’.”
Svetlana apareció en el pasillo, como si hubiera sido una señal. Todavía llevaba la misma camiseta estirada que llevaba ayer en el sofá.
“¿Qué ha pasado?” Su voz era una mezcla de curiosidad y ligera irritación. “Acabo de poner la sopa…”
“Quédate con la sopa”, dijo Natalya con calma. “Y recuerda: a partir de hoy, ya no soy personal de servicio. Ni para ti, ni para tu madre, ni para Lena, ni para su hijo.”
Sveta resopló:
“Oh, allá vamos…”
Viktor hizo una mueca:
“Natasha, no hagamos esto delante de Sveta, ¿de acuerdo?”
“Al contrario, delante de Sveta”, espetó. “Que lo oiga todo. Es especialmente importante para ella”.
Entró en la cocina, completamente vestida, dejó el bolso en una silla, abrió el armario superior y sacó una carpeta transparente. Recibos, facturas y extractos bancarios cayeron en una pesada pila sobre la mesa.
“¿Qué es esto?”, preguntó Viktor, cauteloso.
“Tu futuro, Vitya”, dijo Natalya. “Y el de ellos también”.