Os invito al momento en que la verdad nace en la oscuridad. Dejad por un instante el ruidoso mundo atrás y sumergíos en el corazón de esta historia escalofriante. Hoy voy a contaros cómo, al descubrir unas pastillas desconocidas en el maletín de mi marido, las cambié en secreto por un medicamento veterinario y como después llegó la llamada nocturna de la unidad de cuidados intensivos. A mi marido tuvieron que amputarle una pierna y a su amante extirparle el útero.
La familia de mi marido estaba en shock yo, sentada en el suelo del vestidor, miraba la caja azul de pastillas que sostenía en mi mano. Las yemas de mis dedos temblaban sin control. La caja de Viagra estaba abierta, pero ninguna pastilla había sido tocada, exactamente igual que nuestro matrimonio. Por fuera todo parecía perfecto, pero por dentro hacía mucho que todo estaba destruido. Hace apenas una hora yo solo buscaba un mechero en el bolsillo de la chaqueta de mi marido, Javier Torres.
Él había dejado de fumar hacía tres años, pero en días como hoy yo sentía un deseo desesperado de fumar al menos un cigarracho. Era nuestro quinto aniversario de bodas y había preparado con amor una cena a la luz de las velas. Pero cuando el solomillo se enfrió convirtiéndose en un trozo de carne hierta, recibí un mensaje de Javier por WhatsApp. Reunión urgente. No me esperes. No lloré ni me enfadé. Simplemente en silencio. Tiré la cena fría a la basura.
Cuando me disponía a ir al baño a desmaquillarme, reparé de repente en la chaqueta de Lue colgada en el vestidor, la misma que Javier se había puesto esa mañana diciendo que tenía una reunión importante con un cliente. Como si estuviera poseída, metí la mano en el bolsillo de la chaqueta y la caja azul de pastillas cayó en mi palma. La fecha de fabricación en la caja era de hoy. La hora de compra las 15:17. Javier me había dicho que a esa hora estaría en una reunión crucial.
Maquinalmente abrí la aplicación Buscar mi iPhone en el móvil. Tras introducir la contraseña que me era tan familiar, vi el punto azul que indicaba la ubicación de Javier. Parpadeaba sobre el Hotel Palace en el centro de Madrid. Amplié y amplié la imagen en la pantalla. 4708 Suite ejecutiva. De repente sentí que me costaba respirar como si alguien me apretara la garganta. 5 años de matrimonio, más de 1800 días y noches. Había sido todo un triste monólogo por mi parte.