Pusieron al mecánico a reparar el coche más problemático — sin saber que lo arreglaría en minutos…

Pusieron al mecánico a reparar el coche más problemático, sin saber que lo arreglaría en minutos. El sol de Guadalajara caía implacable sobre el taller Hermanos Durán, levantando olas de calor desde el asfalto agrietado. Era mediodía de un martes cualquiera cuando llegó el BMW serie 7 negro arrastrándose con un ruido que hacía temblar las ventanas del vecindario. Roberto Durán, el dueño del taller, salió limpiándose las manos grasientas en un trapo que alguna vez fue blanco. ¿Qué le pasa a esta belleza?, preguntó con la sonrisa comercial que había perfeccionado en 30 años de negocio.

El conductor, un hombre de traje gris, impecable y corbata azul marino, bajó del coche con expresión de profunda irritación. Se llamaba Sergio Mendoza y por su reloj, Rolex y sus zapatos italianos, cualquiera podía adivinar que no estaba acostumbrado a visitar talleres mecánicos de barrio. Llevo tres semanas llevándolo a la agencia. tres semanas me han cobrado más de 50.000 pesos y sigue haciendo ese maldito ruido. El motor falla, pierde potencia y cuando menos lo espero se apaga en pleno tráfico.

Sergio hablaba con las manos, gesticulando su frustración. “Mi cuñado me dijo que ustedes son buenos. Espero que tenga razón porque ya no sé qué más hacer.” Roberto se agachó para escuchar el motor. El ruido era irregular. una especie de cascabeleo metálico mezclado con un silvido agudo. Llamó a su hijo mayor Javier, quien había estudiado mecánica automotriz en el tecnológico. Échale un vistazo, mijo. Este señor necesita su coche urgente. Javier se acercó con confianza, conectó su escáner de diagnóstico y comenzó a revisar.

Dos horas después, con la camisa empapada de sudor y el seño fruncido, admitió derrota. “Papá, los códigos no tienen sentido. Dice que es el sensor de oxígeno, pero ya revisé todo el sistema de inyección, la computadora, los cables, todo está bien técnicamente, pero el coche sigue fallando. Es como si tuviera vida propia. ” Roberto llamó entonces a Miguel, su mecánico estrella, un hombre de 40 años con fama de resolver casos imposibles. Miguel revisó el coche durante 3 horas, desmontó media transmisión, revisó el diferencial, cambió filtros que no necesitaban cambio.

Nada funcionó. Don Roberto, con todo respeto, este coche está embrujado o algo así. Los alemanes a veces hacen estas cosas tan complicadas que ni ellos mismos las entienden. Sergio estaba desesperado. Me están diciendo que no pueden arreglarlo después de que su cuñado me juró que ustedes eran los mejores de Guadalajara, Roberto se rascó la cabeza buscando en su mente alguna solución. Sus ojos vagaron por el taller hasta posarse en el fondo donde había una pequeña oficina de cristal empolvado.

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