Una maestra soltera adoptó a dos alumnos huérfanos que perdieron a sus padres a los 7 años… 22 años después, el final derritió todos los corazones.

Ese año, la maestra Lupita tenía 38 años.
Daba clases en una escuela primaria de un humilde pueblo ribereño en el estado de Veracruz, México. Nunca se había casado.

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La gente murmuraba—unos decían que era demasiado exigente, otros aseguraban que había sufrido una traición amorosa y había perdido la fe en el matrimonio.
Pero quienes realmente la conocían sabían una sola cosa: había decidido dedicar su vida por completo a sus alumnos.

Ese mismo año, una gran inundación azotó la región.
Una pareja del pueblo, Don Ernesto y Doña María, murió ahogada al intentar cruzar el río en una lancha. Dejaron atrás a sus hijos gemelos de apenas 7 años: Emilio y Mateo.

Demasiado pequeños para comprender la tragedia, los niños se quedaron sentados junto a los ataúdes de sus padres, con la mirada perdida, como si esperaran a que alguien viniera a llevárselos.

Entre los vecinos dolientes, estaba la maestra Lupita, de pie en silencio, con el corazón destrozado.
Esa misma tarde, fue al ayuntamiento del pueblo e hizo una petición sencilla:

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