Nadie podía imaginarlo. Pero durante más de medio siglo, la mujer que compartió su vida con Ernesto Cheegevara guardó un secreto que podría cambiar la historia, un secreto sobre Fidel Castro. Tan profundo que cuando por fin salió a la luz, el mundo entero tuvo que repensar todo lo que creía saber sobre ellos. En marzo de 2024, la Habana parecía detenida en el tiempo. Las viejas fachadas coloniales respiraban historias que nadie se atrevía a contar. Y en un rincón discreto de la ciudad, una cámara se preparaba para registrar algo que el mundo nunca había escuchado.
Frente a ella, una mujer de 87 años acomodaba sus manos temblorosas sobre el regazo. No era el temblor de la edad, sino del peso que había cargado durante más de medio siglo. Su nombre, Aleida March, la viuda del Che Gevara. Lo que estaba a punto de revelar no solo pondría en duda la versión oficial sobre la muerte del Che, sino que expondría un vínculo secreto con Fidel Castro que cambiaría para siempre la historia de la revolución. Lo que Aleida está por confesar te hará ver a Fidel y al Che como nunca antes.

Durante 57 años, Aleida guardó silencio. Escuchó homenajes, discursos, versiones oficiales, pero nunca habló. La gente cree que lo sabe todo, dijo al comenzar la entrevista. Pero yo estuve allí. Vi cosas que nadie más vio. Escuché conversaciones que nunca se registraron en ningún libro. Su voz no tenía miedo, tenía memoria. Lo que estaba a punto de narrar no era solo la historia de dos hombres, sino la historia de una lealtad rota en nombre de una causa. Su encuentro con Ernesto Guevara ocurrió en 1958.
En medio de la lucha que transformaba a Cuba. Ella era joven, apenas una muchacha decidida que creía en un cambio que parecía imposible. Él, un médico argentino convertido en comandante, tenía el fuego en los ojos y un idealismo que arrastraba a todos los que lo rodeaban. Se conocieron entre el humo de los campamentos en conversaciones furtivas y miradas que decían más que las palabras. Cuando la revolución triunfó en 1959, el país celebró. Aleida y Ernesto se casaron pocos meses después y quien firmó como testigo fue Fidel Castro, el líder que ya comenzaba a moldear el destino de una nación.
Aquella boda no era solo una unión personal, era el símbolo de una nueva era. Tres vidas entrelazadas por una promesa de libertad. Los primeros años fueron de esperanza. Aleida recordaba verlos juntos constantemente. Fidel y Ernesto conversando durante horas, discutiendo el futuro de América Latina, imaginando un continente libre. Eran hermanos de causa y de visión. Fidel escuchaba cada consejo del Che y el Che veía en Fidel al estratega que podía convertir sus ideales en realidad. Pero el tiempo tiene su propio modo de desgastar las alianzas.