Una niña abrazó a su padre en el ataúd espeluznante. Camila tenía 8 años y estaba parada al lado del ataúd, sin moverse. Llevaban horas en el velorio y ella no se había apartado ni un segundo. Su mamá intentó llevársela varias veces, pero no quiso irse.DIUY

Una Presencia Silenciosa…

Una niña abrazó a su padre en el ataúd espeluznante.

Camila tenía 8 años y estaba parada al lado del ataúd, sin moverse.

Llevaban horas en el velorio y ella no se había apartado ni un segundo.

Su mamá intentó llevársela varias veces, pero no quiso irse.

Decía que quería quedarse con su papá y no lloraba, solo lo miraba en silencio.


La gente pasaba a dar el pésame y algunos la miraban con lástima, pero ella no respondía, solo seguía ahí de pie, con las manos apoyadas en el borde del ataúd.

El cuerpo de Julián estaba vestido con una camisa blanca que a él le gustaba y tenía los brazos cruzados sobre el pecho.

Se veía pálido pero tranquilo.

La casa de la abuela estaba llena de gente.

Algunos hablaban bajito, otros lloraban y los niños corrían por el patio sin entender bien lo que pasaba.

Pero Camila no se movía.

Desde que llegaron no quiso comer nada ni se sentó.

Solo pidió una silla para poder alcanzar mejor a su papá y estar cerca de él.

Algunos pensaron que estaba en shock, pero la abuela dijo que la dejaran tranquila, que cada uno tiene su forma de despedirse.

La madre no quería discutir y terminó aceptando.

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