La abuela excluye a su nieto más pequeño de su testamento y le deja sólo un cofre polvoriento.

Cuando Luke se quejó con su abuela, Elizabeth, sobre su herencia, ella lo eliminó del testamento y le dejó solo un viejo y polvoriento baúl. Lo guardó en el ático durante años, hasta que un día su curiosa hija, Meredith, lo descubrió mientras rebuscaba. Luke finalmente lo abrió y no podía creer lo que veía.

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Cuando Elizabeth cumplió 80 años, decidió redactar un testamento y dividir sus bienes entre sus tres nietos: Tom, Aidan y Luke. Los invitó a tomar el té en su casa de Milford, Connecticut, y les anunció lo que les dejaría a cada uno. Elizabeth creía que el mayor, Tom, debía heredar su condominio multimillonario frente al mar en Miami.

El segundo nieto, Aidan, recibiría su casa actual en Milford, también con un valor similar al de la propiedad de Miami. «Por fin, Luke recibirá el dinero de todas mis cuentas», declaró Elizabeth, terminando su té. Tom y Aidan estaban contentos con la decisión, pero Luke se enfadó.

¡Abuela! ¡No puedo creer que les dejes la mejor parte a mis hermanos! ¡No es justo! ¡Todos saben que no tienes mucho dinero en tus cuentas! —Luke se enfureció. Elizabeth lo miró con desaprobación, y sus hermanos se quedaron atónitos con su reacción.

—¡Luke, siéntate! No puedes gritarle a tu abuela. Suenas muy arrogante; ¡entiéndelo! Ella no tiene por qué darte nada —gruñó Tom.

—¡Claro! Estás contento porque vas a recibir propiedades que valen millones de dólares. Yo estaré feliz de tener unos cuantos miles de dólares —replicó Luke a su hermano mayor. Aidan también lo reprendió, y Luke salió de la reunión furioso.

Los hermanos mayores agradecieron a su abuela su generosidad y prometieron hablar con Luke para mantener la paz. Después de todo, no les quedaban más familiares. Su madre, hija de Elizabeth, había muerto en un accidente de barco con su esposo cuando Luke cumplió 18 años. Los tres ya habían heredado una fortuna de sus padres.

Pero a pesar de las garantías de Tom y Aidan, Elizabeth lo reconsideró. Consultó de nuevo con sus abogados y decidió que Luke necesitaba aprender una lección importante. Cuando ella falleció dos años después, los hermanos se reunieron para la lectura del testamento. Al final, Tom y Aidan recibieron exactamente lo que Elizabeth les había prometido.

En cuanto a Luke, no recibió las cuentas bancarias. “Elizabeth modificó el testamento después del primer borrador. Luke, te quería más que a nadie… Por eso te dejó esa vieja caja fuerte, que tanto apreciaba”, explicó el abogado. Luke montó en cólera y les gritó a todos los presentes. Tom intentó calmarlo, pero Aidan no soportó sus arrebatos.

“Luke, esto probablemente sea un castigo por cómo le gritaste hace años. ¡La abuela se ha ido! ¡Era la única pariente que nos quedaba! ¡Eres tan desagradecido y engreído! ¡Toma tu baúl y piensa en lo arrogante y mezquino que eres!”, gritó Aidan. Luke se detuvo, miró a todos con enojo y salió de la habitación.

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