El hermano menor pidió dinero para comprar casa. La hermana mayor le transfirió medio millón sin dudar, mientras que la segunda… solo le entregó un frasco de pepinillos pasados. Tres años después, él regresó, dejó una maleta con un millón de pesos sobre la mesa y dijo con lágrimas en los ojos: “Hermana… ya me los comí todos.”
Soy el menor de la familia. Tengo dos hermanas mayores.
Cuando papá y mamá murieron, fueron ellas quienes se turnaron para criarme, pagarme la escuela, alimentarme. Pero cada una es completamente diferente:
Claudia, la mayor, es práctica, directa y un poco presumida.
Mariana, la segunda, es callada, sencilla, algo tradicional… incluso anticuada, dirían algunos.