La vida se encuentra llena de cambios, un día podemos llegar a tener todo lo necesario para llevar a cabo una vida placentera y al siguiente las cosas pueden terminar en el sentido contrario, esto mismo le ocurrió a un hombre libanés, quien no quiso revelar su nombre.
Este hombre tenía un trabajo en una fábrica de chocolates en donde tenía un buen sueldo con el cual podía satisfacer todas las necesidades que pudiese llegar a tener su pequeña hija, quien era la única persona que tenía en todo el mundo.
Ambos el hombre y su hija vivían muy cómodamente en el Líbano pero todo empezó a cambiar de manera drástica de un día tras otro a causa de la guerra. Debido a la lastimosa situación, necesitaron buscar refugio en Yarmouk y dejar atrás la confortabilidad de su hogar.
Las nuevas condiciones en la que se encontraban parecían no brindar nada bueno debido que no tenía ni una moneda en su bolsillo, debido a su desdicha, éste empezó a vender en las calles biromes para poder darle un plato de comida a su hija.
Este hombre supo estar a cargo de una fábrica, pero la vida lo enfrentó dramáticamente y se convirtió en un vendedor ambulante de biromes con su hija alzada en sus brazos. En consecuencia de esta situación, el hombre y su hija se encontraban sin un refugio ni una cama en la que poder dormir cómodamente además de no tener un lugar en el que pudieran limpiarse con facilidad.
En muchas oportunidades, la vida puede llegar a ser muy severa con nosotros y nos puede terminar quitando muchas cosas preciadas de una manera muy repentina, pero también puede brindarnos momentos en los que nos compensa por todo el trascurso y el camino de espinas por el que nos hizo caminar.