

En esa ocasión, cursaba un embarazo de riesgo que la tenía en vilo, pocas semanas antes del nacimiento de su primera hija con Icardi.
La instantánea de esa visita muestra a la familia sonriente: Wanda y Mauro a ambos lados del Pontífice, Valentino posando con su traje, y el papa brindando su bendición.
Hasta ahora, aquel momento se recordaba por la ceremonia y la tradición; hoy, por la confesión que le dio un matiz íntimo. Lo que era protocolo se convirtió en preludio de un gesto personal que permanecería en el tiempo.
Wanda Nara antes del partido de la serie A entre el FC Internazionale y el Frosinone Calcio en el Stadio Giuseppe Meazza el 24 de noviembre de 2018 en Milán, Italia. | Fuente: Getty Images
“Bendijiste mi embarazo de riesgo, por eso Francesca se llamó así. También te pedí por mis hijos. Gracias. Fue un orgullo tener un papa argentino. QEPD Francisco”, escribió Wanda en Instagram tras conocer la muerte del sumo pontífice.
Con estas palabras, explicó que eligió el nombre de su hija en homenaje al papa que la acompañó cuando más lo necesitaba. Lo literal de su testimonio revela el alcance de la bendición recibida y la decisión consciente de inmortalizarla en su familia.
Wanda Nara y Mauro Icardi con su hija junto al papa Francisco | Fuente: Instagram/eldocetv
La bebé, nacida en enero de 2015, creció con la presencia simbólica de un papa en su historia. Ese nombre, rescatado de un acto de fe, se convirtió en un vínculo visible entre la institución religiosa y la vida cotidiana de una familia mediática.
Así, la intimidad del relato se entrelaza con la magnitud pública de quien inspiró el tributo.