Volví de mi viaje de negocios antes de lo esperado. No le dije a nadie que regresaba

Mi madre alzó las manos exasperada.
—Estás obsesionada con la venganza. Y estás obsesionada con proteger a un infiel.
No lograron cambiar mi decisión. Y Miguel… oh, Miguel estaba en ruinas. Sin hogar, sin comodidad, sin acceso al dinero del que se había aprovechado durante años.

Supe por amigos comunes que había empezado a aceptar empleos puntuales para llegar a fin de mes. Pero no era suficiente.

Y entonces ocurrió lo inevitable. Miguel apareció en mi apartamento. Tenía un aspecto miserable, más delgado, con círculos oscuros bajo los ojos.

—Anna, por favor. No me queda nada.
Lo miré.

—Lo sé.
—Necesito ayuda.
Incliné la cabeza, fingiendo pensarlo cuando descubrí que me engañaste.

—Fue un error.
—¿Un error?
—Sí, tuve que…
—No, Miguel. Fue una elección.
Y con eso, cerré la puerta en su rostro.

Y por primera vez en años, sentí paz. Miguel finalmente experimentaba lo que era la vida sin mí. Y yo… yo finalmente era libre.

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