Volví a buscar un paraguas. Y oí a mi marido hablando de mí con su hermana.

Reunión con la abogada

La respuesta llegó por la mañana: «La cita es para el miércoles a las 16:00. Traiga su pasaporte, certificado de matrimonio y documentos de la vivienda».

Miércoles. Dos días.

Vova se fue a trabajar y yo saqué todos los papeles.

El certificado de matrimonio estaba descolorido, las esquinas desgastadas.

En la foto, sonreíamos, jóvenes, enamorados.

Parecía una eternidad.

Pero resultó ser… hasta la primera mentira, dicha a la cara. Fotografié los documentos, subí las copias a la nube y las guardé en una memoria USB.

Nadie se dio cuenta.

El día de la reunión, le dije a mi esposo que iba a visitar a una amiga.

Ni siquiera especificó a cuál.

El despacho de la abogada estaba en un edificio común de cinco pisos.

En la puerta había un letrero: «Derecho de Familia».

Una mujer mayor con el pelo gris recogido en un moño abrió la puerta.

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