La abuela se sorprendió al ver a su hijo y a su esposa. La nuera nunca vino, alegando que no le gustaba el pueblo porque era una “mujer de ciudad”. Luego llegó otra hija. Su vida no fue muy exitosa: llevaba mucho tiempo divorciada. Mi abuela tenía otro hijo, Sergei, que vivía en el extranjero. Nunca vino, sólo envió regalos. Pero el hijo menor siempre estuvo cerca y compró una casa cerca.
Parecería que todos se han reunido. La abuela miró a sus seres queridos con los ojos llenos de lágrimas, abrazó y besó a todos. De repente un taxi se detuvo frente a la casa. La abuela se sorprendió porque ya estaban todos reunidos. Del coche salió un joven con un ramo de rosas rojas.
– ¡Sergey! ¡Sergey! – exclamó la abuela. Ni siquiera podía imaginar tal sorpresa. Todos los niños están en la misma mesa, los nietos cerca, ¡qué alegría! La abuela Vika no podía creer lo que veía. Se sentó y admiró a su familia.
– ¡Feliz cumpleaños, mamá! Lo siento, no pude venir por tanto tiempo. “Te quiero mucho, sé esto”, dijo Sergei, apenas conteniendo las lágrimas.
– Exacto, lo olvidé por completo de alegría, ¡pero te acuerdas! Hoy es cinco de agosto. Todos mis hijos están aquí, que alegría. Es una pena que mi padre no vea esto…
Un par de días después, falleció la abuela de Vika. Pero logró ver a todos sus seres queridos, se alegró por ellos y dejó este mundo con el alma en paz.