La sonrisa de Alexander se ensanchó un poco. “No es caridad. Es una oportunidad. Necesito una asistente en mi oficina —alguien con los pies en la tierra, alguien que entienda el valor del trabajo. Pensé en ti.”
El corazón de Emily se aceleró. ¿Asistente de Alexander Reed? Ese trabajo podía cambiarle la vida: un sueldo estable, seguridad y la oportunidad de salir del ciclo en el que estaba atrapada. Pero más allá de eso, vio en sus ojos algo que no esperaba: sinceridad.
“¿Habla en serio?” susurró.
“Totalmente,” respondió él. “Pero solo si tú quieres.”
Emily dudó unos segundos, luego asintió lentamente. “Sí… lo aceptaré.”
Desde ese día, su vida empezó a transformarse. Entró en un mundo que antes solo había observado desde lejos, trabajando junto a un hombre que imponía respeto, pero que también la trataba como a un igual.
Aunque los desafíos apenas comenzaban, una verdad era indiscutible:
La noche en que fue empujada a una piscina para ser objeto de burla se convirtió en la noche que le abrió la puerta a un futuro que jamás se atrevió a soñar.
Y todo porque un hombre decidió levantarse cuando todos los demás se reían