En el año 2024, durante la ceremonia de inicio del ciclo escolar en la misma escuelita donde ella había enseñado por décadas, algo inesperado ocurrió.
El director la llamó al escenario, anunciando un “reconocimiento muy especial”.
Desde atrás del escenario, salieron dos hombres jóvenes, ya adultos.
Uno, médico en un hospital de la Ciudad de México.
El otro, empresario exitoso en Guadalajara.
Ambos llevaban flores en la mano, con lágrimas en los ojos.
El mayor tomó el micrófono con la voz entrecortada:
“No vinimos hoy a rendirle homenaje a nuestra maestra…
Vinimos a honrar a nuestra madre.
La mujer que sacrificó su juventud y su vida por convertirnos en quienes somos.”
Mateo continuó: