Una madre se ahogó y fue llevada a casa para su entierro, pero cuando cerraron el ataúd, su hijo de 5 años gritó de repente: “¡Mamá dijo que esa no es ella!”.

El niño de 5 años gritó “¡Esa no es mamá!” Justo cuando estaban a punto de sellar el ataúd, lo que encontraron en el río lo cambió todo

La familia Sharma vivía en una aldea tranquila a lo largo del río Ganges, donde la vida fluía suavemente como la corriente misma. Su pequeña casa, con un techo de hojalata oxidado, se alzaba tranquilamente bajo un bosque de bambú, rodeada de arrozales y el ocasional canto de pájaros distantes al anochecer. Arjun Sharma trabajaba como reparador local, mientras que su esposa, Meera, de buen corazón y trabajadora, generalmente se dirigía a la orilla del río todas las tardes para lavar la ropa de la familia cuando el sol comenzaba a ablandarse.

Todo parecía sereno, hasta una fatídica noche.

Ese día, Meera llevó su canasta habitual de ropa a la orilla del río. Pero al caer la noche, todavía no había regresado. Arjun asumió que se había quedado atrás para charlar con los vecinos. Pero cuando la oscuridad se instaló y no había señales de ella, la preocupación se apoderó de ella. Agarró una linterna y fue al río, llamándola por su nombre en el aire de la noche hasta que su voz se apagó. Cuanto más buscaba, más se apoderaba del escalofrío del miedo.

A la mañana siguiente, los aldeanos descubrieron el cuerpo de una mujer flotando río abajo, a más de un kilómetro de distancia de donde Meera solía lavar la ropa. El cuerpo había sido sumergido, la cara hinchada más allá del reconocimiento. Pero la complexión y la ropa se parecían mucho a las de ella.

Arjun vino a identificar el cuerpo. Una mirada y sus rodillas cedieron. Aunque el rostro era irreconocible, llevaba la misma blusa floral marrón manchada de barro que Meera usaba a menudo. Con un dolor abrumador, y con el tiempo apremiante, Arjun decidió llevar el cuerpo a casa para los ritos funerarios. Las autoridades no vieron signos de juego sucio, por lo que no se ordenó una autopsia detallada.

El funeral se llevó a cabo rápidamente de acuerdo con las costumbres del pueblo. El humo del incienso se mezcló con sollozos desgarradores. Su pequeña casa estaba empapada de dolor. Arjun se sentó en silencio, con los ojos hundidos, agarrando un paño de luto. Sus hijos, desde el mayor hasta el más pequeño, se arrodillaron junto al ataúd. Entre ellos estaba el pequeño Aryan, el más joven, de solo cinco años. Demasiado joven para comprender completamente la muerte, pero sus ojos llenos de lágrimas se movían como si buscaran algo.

Esa tarde fue la ceremonia de sellado del ataúd. El cuerpo había sido envuelto, el incienso se elevaba en penachos. La familia y los vecinos se reunieron para despedirse. Todo estaba listo, todo lo que quedaba era cerrar la tapa.

De repente, un grito agudo cortó el silencio:

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