Todo comenzó en un día aparentemente ordinario. Estaba sentado en mi sofá, el lugar donde solía pasar horas leyendo, cuando decidí reunir el valor para hacer un anuncio que había estado rondando mi mente durante meses. “He decidido matricularme en la universidad”, declaré con firmeza. “Voy a utilizar la mayor parte de los ahorros de la herencia familiar para pagarlo”. La reacción de mis hijos fue inmediata y contundente.
Ryan, con el rostro enrojecido por la por la ira, exclamó que estaba cometiendo un error, mientras que James, con un tono más frío, me cuestionó por desperdiciar el dinero que podría haber asegurado el futuro de mis nietos. A pesar de la fuerte oposición, me mantuve firme en mi decisión. Sabía que esto era algo que necesitaba hacer, tanto por mí como en honor a la memoria de mi difunta esposa, Mary.