Un niño pide comida en una lujosa boda mexicana — pero cuando descubre que la novia es su madre perdida hace años, queda paralizado por el shock. Lo que hace el novio después hace llorar a todos los presentes…

Cerca de una enorme hacienda en Polanco, escuchó a unas personas hablar con emoción:

“¡La boda del año! — dijo una mujer — hay comida suficiente para alimentar a un ejército.”

El hambre lo empujó hacia las grandes puertas de hierro. Sus ojos se abrieron de par en par al ver las luces brillantes, las decoraciones doradas y las mesas repletas de manjares.

Una cocinera lo vio y, conmovida, le susurró:

“Toma, niño.” — y le pasó un pequeño recipiente con arroz con mole y pollo todavía humeante. — “Come allá atrás, junto a las flores. Que nadie te vea.”

Miguel asintió y se escondió detrás de una maceta, cerca del escenario, mientras observaba el festín con la mirada fija.

La voz resonó a través de los altavoces.
La música aumentó, todos giraron hacia la gran escalera decorada con listones rojos y flores blancas.

Y entonces… ella apareció.

La novia — con un vestido tradicional rojo bordado en oro, joyas relucientes y el cabello negro cayendo como una cascada sobre sus hombros.

Miguel se quedó inmóvil.
La cuchara se detuvo en el aire.
Su respiración se cortó.

No sabía cómo, pero lo supo.

Leave a Comment